Previamente…
Daphne es ahora periodista del Daily Times. Un muchacho, al parecer loco, les gritó palabras sin sentido a los chicos. Entre ellas, “llamas”, que luego fueron las protagonistas del incendio en la oficina de Laura Swang, quien asegura haber sentido correr una brisa fría antes del siniestro.
2. Brisa ardiente, parte II
Subieron a su apartamento en el 13° piso. Era el “C”. El ascensor se detuvo por un momento, pero reanudó su función de inmediato. Una vez dentro, los chicos se dispusieron a organizar una búsqueda de indicios y a plantear diversas hipótesis a partir de la escasa información con la que contaban.
- El director del diario. - propuso Vilma - Es posible que Laura le haya pedido un aumento y él se lo negó, lo que luego desató la ira en él y entonces… aunque ella debería haber sido la enfadada… - arrepintiéndose de su planteo - Olvidenlo. No dije nada.
- Un compañero. - hipotetizó Fred - Alguien más que trabaje en el Daily Times pudo haber sentido celos por su trabajo y tuvo la necesidad de… de…
- ¡De matarla! - completó Daphne la frase - ¿Quién podría estar tan demente como para querer asesinar a una persona así? Si fue tan linda con nosotros…
- Creo que sin más pistas, no llegaremos a nada.
- Correcto, Vilma, estás en lo cierto. Vamos, chicas, regresemos al edificio a ver si hallamos algo.
La policía se había retirado, junto con los bomberos. Los chicos decidieron consultar al director del periódico, el Sr. Times, para que les brinde la autorización necesaria para investigar en el sitio. El hombre accedió, y no lo sorprendió el instinto detectivesco de su nueva empleada, ya que por eso mismo la contrató. El Sr. Times sabía muy bien quién era Daphne y a qué se dedicaba, además del periodismo. Cuando se enteró que había atrapado, junto a sus amigos (aunque no veía al perro ni al chico flacucho de las fotos, no se atrevió a preguntar), más criminales que el FBI alrededor del mundo, no dudó en aceptarla. Una columna donde la chica narrara sus experiencias relacionadas con el crimen y lo paranormal encajaba muy bien con el perfil del periódico, dedicado fundamentalmente a los hechos policiales, las investigaciones, los fraudes, y todo lo que sea considerado fuera de la ley, dentro de los límites de Coolsville.
Revisaron cada rincón de la oficina quemada, pero nada había más que objetos destruidos y cenizas. Pero hasta en los escombros, Misterio a la orden puede hallar una pista.
- ¡Chicos, vengan a ver esto! - dijo Vilma, asombrada - Es el disco duro, ¡sobrevivió al fuego!
- ¿Y de qué crees que sirva, Vilma?
- No lo sé, Daphne, pero aquí dentro debe haber algo que oficie de indicio fundamental. Estoy segura.
Siendo el gabinete del ordenador de la Srta. Swang lo único que podría ayudarles, emprendieron el retorno al departamento con las manos vacías, ya que no se les tenía permitido tomar algo de la escena del crimen. Diseñaron una estrategia, y Daphne se encargó de ponerla en acción al día siguiente, en su primer día.
- Disculpe, - le dirigió las palabras al robusto hombre de tez morena y tupido bigote, encargado de vigilar la oficina del fuego - Mi jefe necesita hablar con usted, lo solicita en su despacho.
Cuando el guardia se marchó, Daphne ingresó y tomó el gabinete. Lo dejó a un lado, y desconectó el de la computadora de la oficina de junto, en la que nadie desempeñaba tareas laborales. Se produjo el trueque y, con rapidez, lo dejó en el ascensor, donde se encontraba el resto de la pandilla. Ellos lo cargaron en la cajuela del auto y aguardaron unos minutos hasta que Daphne cumpliera con su turno matutino. Para cuando el hombre fornido regresó, la chica que lo había engañado ya no estaba allí.
- Me temo que el proceso demorará un tiempo. - se lamentó Vilma al intentar acceder a la información del disco duro de Laura, habiéndolo conectado al monitor del suyo propio.
El teléfono móvil de Daphne emitió una pegadiza tonada. La estaban llamando. Al cortar:
- ¡Es Laura! ¡Nuevamente la brisa y el fuego!
Los bomberos acudieron pronto y lograron salvarla. La casa también se salvó de los graves daños. Solo Freddie y Daphne estaban allí. Vilma decidió quedarse a revisar la computadora.
- ¿Te encuentras bien? - le preguntó, tomándola por la cintura.
- Sí, Daph. - entre llantos - No entiendo, ¿qué hice para merecer esto? - encendió un cigarrillo.
- Justamente eso. - hizo su aparición Vilma, agitada por haber llegado corriendo, señalando al cigarrillo de Laura.
- ¡¡¿Quééé?!! - corearon Daphne, Fred y la fumadora.
- Así es. Laura estuvo realizando importantes investigaciones sobre las estafas que acontecen en el Casino Galaxia, ubicado a pocos kilómetros de aquí. Principalmente de parte de Smith, Smith Swang, su hermano mayor, quien se encarga de recibir dinero de los jugadores de póquer a cambio de brindarles datos sobre las cartas de sus oponentes. El artículo estaba por salir a la luz, cuando apareció la luz de las llamas. La bris no era más que el viento que arrastraba al gas, el cual hacía combustión a la hora de encender un cigarrillo. Tu hermano, - señaló a Laura- de alguna manera supo que lo habías descubierto, y se ocupó de vigilarte y liberar el gas por las calefacciones de tu oficina y de tu casa. Estoy segura. Intento de homicidio, oficial. - le dijo a Delgado, a quien había llamado mientras arribaba al lugar - Ya puede arrestar a Smith Swang, quien practica otras actividades fuera de la ley también.
Laura no quiso decir una palabra sobre la investigación por temor a un nuevo intento de asesinato, pero ahora estaba decidida a ayudar en la búsqueda de su hermano, quien estaba muy cerca de la casa tratando de escapar, y lo arrestaron de inmediato.
- Chicos, - dijo Daphne, en un tono serio - ¿recuerdan al muchacho que habló de la pica, el diamante, las llamas…? ¡Se refería al póquer y a los incendios! Y lo dijo antes de que acontecieran los hechos… ¡¡Lo predijo!!
Los rostros de Fred y Vilma se tornaron extremadamente serios. Decidieron ir a la casa de la cual lo vieron salir para hablar con él al respecto.
Llamaron al timbre. Una señora, la que había estado recortando los plantines, abrió la puerta.
- ¿Qué se les ofrece?
- Deseamos hablar con el chico que vive junto a usted. - dijo Freddie - Ayer casi lo arrollo con mi coche y quería preguntarle cómo se encontraba.
- ¿Un chico?
- El muchacho de cabello negro, de tez trigueña… vestía una camisa anaranjada…
La mujer se puso pálida, tan blanca como la nieve y, con los ojos llenos de lágrimas, pronunció:
- Mi hijo… hablas de mi hijo…
- Sí, señora, quisiéramos ha…
- Mi hijo murió hace diez años.
.-. Ay :(
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